martes, 13 de abril de 2010

LA LUZ DE TU CUERPO ANTE EL MÍO

100 años. Si no se lo hubieran llevado la guerra, la incultura, la miseria, el miedo de los vencedores a la luz y a los días claros, a la belleza, a las palabras como fusiles. Si no hubiera sido peligroso. Entonces no habría sido él. Porque sus palabras, tantos años después, siguen erizando el vello, siguen siendo la fuerza, la lucha, la furia. La esperanza. Siguen siendo necesarias como el pan de cada día. ¿Muy tópico? Y qué más da. No quiero hoy escepticismo. Mientras haya versos como estos, que arañan con solo leerlos. Que hacen daño, hieren y nos hablan de todo lo que no tenemos. Que nos dicen de nosotros y de la pureza que no tenemos. De los amores que no tenemos. Del compromiso que no tenemos. De la coherencia que no tenemos. De la vergüenza.
La poesía como una forma de vida. Porque la vida está en ella y ella es la vida. De nuevo. Porque es necesario y sus palabras no se van.

Yo no quiero más luz que tu cuerpo ante el mío:
claridad absoluta, transparencia redonda,
limpidez cuya entraña, como el fondo del río,
con el tiempo se afirma, con la sangre se ahonda.

¿Qué lucientes materias duraderas te han hecho,
corazón de alborada, carnación matutina?
Yo no quiero más día que el que exhala tu pecho.
Tu sangre es la mañana que jamás se termina.

No hay más luz que tu cuerpo, no hay más sol: todo ocaso.
Yo no veo las cosas a otra luz que tu frente.
La otra luz es fantasma, nada más, de tu paso.
Tu insondable mirada nunca gira al poniente.

Claridad sin posible declinar. Suma esencia
del fulgor que ni cede ni abandona la cumbre.
Juventud. Limpidez. Claridad. Transparencia
acercando los astros más lejanos de lumbre.

Claro cuerpo moreno de calor fecundante.
Hierba negra el origen; hierba negra las sienes.
Trago negro los ojos, la mirada distante.
Día azul. Noche clara. Sombra clara que vienes.

Yo no quiero más luz que tu sombra dorada
donde brotan anillos de una hierba sombría.
En mi sangre, fielmente por tu cuerpo abrasada,
para siempre es de noche: para siempre es el día.


Miguel Hernández.

2 comentarios:

  1. Siempre digo que no me gusta la poesía, aunque de tarde en tarde, tenga que recurrir a ella. La poesía, para mí, es un recurso, como al que no le gusta andar pero que desgasta las suelas de sus zapatos todos los días para ir a trabajar. Siempre ha habido civilizaciones, y las que han optado por la poesía han solido salir perdiendo. ¿Hay que optar por la poesía o por las centrales nucleares? Pues no se yo muy bien, porque te puede pasar como en las últimas nevadas, que se quede media Cataluña sin luz. Pero en fin, para gustos están las letras. Y no me refiero al único caso de Miguel Hernández (mi madre y mi abuelo lo han leído mucho) y es un ejemplo para muchos (y otros "poetas" como Lorca y sus secuaces lo menospreciaron por ser "pastor y campesino"). Pero quizás sea mi visión asquerosa de la vida, sólo eso, y como decía el hoy difundo Montes, "la vida puede ser maravillosa". Tal vez lo sea, no lo sé.
    Hoy, me has hecho recordar unas letrillas le Luis García Montero a, las que hace poco llegó, como no podía ser de otra manera, en una novela:
    "Recuerda, si se te olvida,
    que este mundo es poca cosa,
    casi nada,
    que venimos a la vida
    con la sombra de una losa
    no pagada".
    Y dándole hilo a la cometa encontré que los TNT habían hecho una adaptación (qué pequeño es el mundo, a veces):
    http://www.youtube.com/watch?v=QToSu7znUPM
    Pues eso, que sigas teniendo esa visión lírica de la vida, que me da mucha envidia!!!
    Un abrazo!!!
    Los días como conejos
    nos llevan en ventolera
    al infierno,
    su curso nos hace viejos
    trocando la primavera
    en invierno.

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  2. Ya somos inevitablemente tristes... así que echarle un poco de lirismo a la vida no viene mal. La literatura y la poesía son el implemento, lo que le falta. O será que es lo que me falta a mí. Las novelas a su modo, también. Aunque la poesía no siempre es lírica, ni hermosa. Y duele. Si tengo que elegir entre ella y las centrales nucleares... ya sabes con qué me quedo.
    Un abrazo!

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