miércoles, 21 de abril de 2010

CUENTOS INCOMPLETOS II... EN EL SORTILEGIO DE LAS LÍNEAS CURVAS

Me perdí en el recodo del sendero y anduve en espiral. Recorrí y volví a lo andado, me perdí, regresé; hice algún alto en el camino. Tomé pan, bebí agua, crucé palabras y sortilegios, empleé meses en vez de días, me demoré en los ríos, estudié las sonrisas. Dudé. Me perdí. Volví a encontrarme. Llegué al punto de destino distinta a la que salí; más sabia, más hermosa, el cabello era más largo; los ojos habían cambiado de color. Regresé sin nada pues todo lo dejé a mi paso, lo cambié por besos, abrazos, sonrisas. Mis labios se hicieron granas, mi lengua de yerbabuena y mis dedos se alargaron. Llevé un cuaderno incompleto y ya los ojos eran de todos los colores de los libros que leí. El cuerpo se me escribió con la tinta de la poesía, recorrí espaldas que eran como los campos en que se quema el trigo, cuerpos ambarinos con olor a canela. Lenguas como peces, sudores como zumos de extrañas frutas. Volví atrás para no perder los versos que situé en el camino por no encontrar el rumbo.
La brújula no encontró el norte pero rompió los maleficios de los caminos rectos y los astros imperantes. Rechacé los caminos trazados para trazar el mío. Olvidé recordar las reglas del juego e inventé las propias. Olvidé para qué sirven las cosas por jugar con ellas; por hacer otro mundo. Y las nombré de nuevo.
Nadie había al final del camino. Pero ahora sí estaba yo...

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