miércoles, 27 de octubre de 2010

ESQUINAS

Si hoy escribo un río transparente y caudaloso de mí misma saldrá y se quedará en la página.Y será demasiado verdad siendo todo una ficción.
Si hoy escribo volveré a "Lo de más" y me inventaré mi mentira, lo recubriré todo de amor. ¿Qué es lo de más? ¿qué es lo de menos? Lo que menos importa es mi razón, lo de menos incluso es tu jamás... lo de más son las palabras que se dicen, las que se intuyen. Lo de más es el vértigo, el abismo que se vislumbra a lo lejos. Lo de menos es la hipótesis. Lo de más es la duda, la posibilidad, la grieta, la fisura.
El pequeño dios de bucles rubios que se asoma y sonríe detrás de la próxima esquina, de esa esquina que quizá nunca te atrevas a doblar.

Esos pequeños adverbios

Esas pequeñas e invariables palabras que varían tanto, sin embargo, el sentido de una frase, últimamente me están asaltando. Me las encuentro, de repente, grandes, enormes, y entonces lo cambian todo. Me asustan a mi paso. Me abordan de una manera descarada. "¿Qué hace ese adverbio ahí?", me pregunto; y es como si estorbara.
"No estoy preparado todavía" (¿implica que llegará algún momento?), "eso es demasiado bueno" (¿algo bueno puede serlo demasiado?) Y retomando esta última pregunta me preguntaba yo qué manía tiene la gente de acompañar con el adverbio "demasiado" los adjetivos que ya implican algo bueno. Eso sólo puede denotar miedo, simplemente, a experimentar placer, a intentar probar hasta dónde llegaría esa sensación que comienza a invadirnos.
Los adverbios, últimamente, aparecen en negrita y desarman mi mundo.

lunes, 18 de octubre de 2010

Adn escribe historias inquietantes y mágicas que nos hacen preguntas... que nos obligan a acabarlas. Publico esta en este espacio porque quiero compartirla, porque quizá me ayude un poco la lluvia que trae en este tiempo de sequía en el que me es tan difícil encontrar las palabras precisas. Sería bonito poder contagiarme de un poco de su ilusión y su idealismo... Aquí lo dejo...


Entre besos y abrazos salimos a andar.
Ella me miraba sonriente abrazada mi cintura mientras la lluvia caía sobre nosotros.
Perdiendo la noción de la dirección y el tiempo, acabamos en una playa.
El mar estaba totalmente calmado y las ondas producidas por las gotas de lluvia se percibían como si el el agua dibujase su propio camino.
Cielo gris.
Mar gris.
Sus ojos grises.

La playa vacía.
Nos tumbamos en la arena y observamos las gotas de agua caer sobre nosotros. Sonreíamos.
Nunca olvidaré un día tan lluvioso y a la vez tan hermoso como aquel.

En un instante el tacto de sus labios me invadió.
La miré a los ojos, y en ese infinito tan gris o más que el cielo y el mar, vi un suspiro de alegría.
Me volvió a besar.

-Te quiero- susurró en mi oído.

Y de repente desapareció.

ADN