Se extendía y se extendía. Se agrandaba. Cada vez manchaba más, el suelo estaba totalmente cubierto. Y encima es denso, pensaba. Será difícil quitarlo, está llegando a las esquinas, se ha metido debajo de los muebles y no puedo hacer nada por pararlo; y tal vez tampoco quiero. No tengo ganas. Ahora no.
La mancha llegó a todas partes, incluso a ella le costó trabajo andar y moverse, se quedaba pegada al suelo. Se movía con lentitud y torpeza, por no resbalar. Pero además los muebles, todos los de la casa, comenzaron a resbalar y a moverse, a cambiar sus ubicaciones, a flotar a la deriva como maderos después de un naufragio.
Pasaron los días y se acostumbró hasta a la pereza, al desorden de la casa, a los muebles fuera de sitio. Todo estaba fuera de su sitio. Pero supo que tenía que moverse, que necesitaba sentirse ágil, y entones con calma, poco a poco, limpió la mancha de aceite. Al principio el suelo seguía resbalando pero con varias pasadas se quitó. Ahora lo difícil sería recolocar los muebles. Como recolocarte a ti en tu lugar exacto. No pidió ayuda; poco a poco los fue empujando, conduciendo. Algunos pesaban mucho, demasiado. Lo hizo sola; supo que le costaría más trabajo pero también que una vez acabado todo, se sentiría mejor.
El espacio volvió a cobrar sentido. Los cajones estaban en orden. Ahora la casa era suya.
Tenía todo el tiempo por delante...
Las canciones de Bebe reflejan cien por cien el sentimiento de toda mujer. Y tú también.
ResponderEliminarAunque parezca un disparate (uno más por mi parte), pensaba en el Yes We Can de Obama (para mí café solo), y ahora despotricando de BP. ¿Y por qué no decir que recibió 84.000 dólares de la empresa en su campaña?
ResponderEliminarCoda: no me lo tomes en cuenta, el día ha sido muy largo, pero todo en la vida tiene un precio, desde la mierda que te hace pegarte al suelo a la respiración matinal.
Chaíto!!!