Llegué a casa y no había nadie. Nadie. Nadie. Hablé para que nadie contestara, ordené para que nadie se sintiera a gusto y cociné la comida que nadie se comería después. Pasé la tarde y nadie estaba conmigo. Salí y fui al cine; con nadie comenté la película que tampoco había visto.
A veces no sé con qué extraños hilos estoy unida a la realidad. A veces no sé qué parte de mi vida comienza a ser ficción y cuál es la verdadera. No somos solos; incluso los planetas necesitan la gravedad de una estrella para seguir describiendo su órbita.
No somos solos. Pero al llegar, Nadie esperaba.
sábado, 22 de enero de 2011
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Todo es ficción porque todo es mentira.
ResponderEliminarLa grandeza de la realidad está en lo cotidiano, con sus miserias y alegrías. Todo lo demás es ficción. Nadie somos ficción.
ResponderEliminarA veces todo es mentira pero la mentira puede ser realidad y viceversa, depende de los ojos con los que se mire.
ResponderEliminarMuy bonito el relato, es un placer para mis rojas retinas.
ResponderEliminarNo trates de encontrar soluciones a los elementos finitos o a las incesantes mentiras de la vida, no está claro que puedan existir respuestas y, de encontrar alguna, seguramente la contaminaríamos tergiversándola subjetivamente.
No busques en "Nadie" las consecuencias de aquello que has sido, eres, o, algún día, serás; eres la reacción de tu propia acción renovada. Eres la constante en todo tu mundo, en la realidad. Las palabras, los libros, la música, nosotros, los demás… sólo somos confortantes complementos perecederos que acompañan a ese ser tan maravilloso que está por encima de todo cielo, Silabaria.
“…
La vida es bella, ya verás
Como a pesar de los pesares
Tendrás amigos, tendrás amor.
…
Tu destino está en los demás
tu futuro es tu propia vida
tu dignidad es la de todos.
… “