martes, 25 de enero de 2011

El dolor de la lucidez

No es bueno el dolor de la lucidez. No es bueno.
Lo mismo que me hace grande, me hace pequeña. Las mismas, exactas cualidades que me hacen ser yo, a la vez me deconstruyen, conforman los dos polos opuestos de mí misma. El que me gusta y el que detesto.
De qué me sirve pensar, tener conciencia, tener la lucidez precisa que me hace ver la claridad hiriente de los días, que se clava como un alfiler en mis pequeñas pupilas, en forma de diminutos aguijones que se adentran de forma certera y precisa. De qué me sirve saber leer en los silencios si todo no es más que una fuente dolor mojado que lo empapa todo. De cansancio que lo empapa todo. De desánimo y apatía.
De qué me sirve someterme a la tiranía del pensamiento con avidez. A querer saber más, como una especie de hambre de infinito. Siempre más. Aunque nada sea real. Aunque solo sean páginas y páginas llenas de tinta amarga y rota, o papeles en blanco que gritan para que sean manchados.
No es bueno, no, no ajustarse a las reglas.
No es bueno el dolor de la lucidez.

2 comentarios:

  1. Desde mi mundo real.Mejor que un espejismo es la lucidez que me permite desaforadamente elegir el paso adecuado,el ritmo pausado,la ropa ya usada,la cara mojada.Que abrazo,que beso,que escojo,que gozo.Pero sin un ápice de opacidad.La lucidez que alegra mi vida y me hace llenar hojas de tinta violeta,de olor a vainilla de día con mañana.De amarme y gustarme.Querer y que me quieran.Con los seis sentidos.O tenemos cinco?

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  2. El dolor nos hace inmortales: "Alegría, José Hierro".

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