domingo, 20 de octubre de 2013

El ritmo lento de los silbidos...

"Quizá no sepamos nada más sobre las peculiaridades de la vida, pero trazamos el curso de los días y las noches de acuerdo con las luces del firmamento -empezó con su mejor voz-. Estos rayos de luz, que viajan a través de tremendos espacios de tiempo, nos hacen saber que las estrellas penden allá arriba, a enormes alturas. La luz del Sol da sustento a nuestra vida, y la de la Luna nos arropa con ese manto de íntimas gestas que conocemos como sueños."


Morris Morgan, viajero llegado por azares del destino a Marias Coulee, un pequeño pueblo de Montana, comenzaba así a narrar a sus alumnos y a los habitantes de su pueblo todos aquellos fenómenos que hacen mágicos los hechos que transcurren en el cielo, los grandes descubrimientos astronómicos que han ido cambiando a lo largo de siglos y siglos de conocimiento no sólo nuestra concepción del mundo o del propio cielo y sus fenómenos, sino también de la vida, e incluso de los sueños. 
Este libro, que arranca despacio, con un ritmo lento y tranquilo, irá poco a poco seduciéndonos a través de dos personajes principales: Morris Morgan, maestro entusiasta, peculiar y excéntrico, que va sembrando poco a poco en sus alumnos el afán por el conocimiento y la curiosidad incansable; y Paul Milliron, alumno inteligente, inquieto y brillante que irá absorbiendo todos los conocimientos de su maestro y dejándose enseñar en un afán cada vez mayor por crecer. Quienes nos dedicamos a la enseñanza ansiamos poder llegar, en algún momento, a convertirnos en esa estrella polar que va guiando y marcando el norte a quien desea llegar a otros lugares, pero no solo nosotros... Todos tenemos estrellas polares en nuestra vida, estrellas que en distintas etapas nos han ido guiando y marcando el itinerario de nuestro camino... así me llegaron las palabras de Antonio Machado que de tan familiares son la narración de parte de mí, de mi poética vital y mi educación sentimental; así me llegó también, como a Paul, el amor por los libros, de manos de una incansable lectora y contadora de historias; y así también, de mano de una estrella polar alta y brillante, llegó este libro a mis manos.
 

2 comentarios:

  1. Es bonito, sip, es entrañable, dulce y tierno.
    Es un libro-persona , se hace grande a medida que te vas adentrando en él. Te absorbe, te seduce , te atrapa y sus personajes te conquistan , y cuando lo acabas , también se apodera un vacío durante algunos días que hace que al cerrar los ojos cada noche, pienses en Morris y lo eches de menos.
    Merece la pena, si. Leer a Morris, silbar con ellos y saber que cuando acabas de leerlo él sigue ahí , con-tigo

    ResponderEliminar