lunes, 3 de febrero de 2014

Andrómeda y el espejo


Estudio. 65 páginas escritas. 31251 palabras. Palabras que se mezclan, se agrupan en la cabeza. Y leo: sex, arousal, passive space, adornment, sexual tensions, otredad, female body, identidades construidas. Andrómeda, Andrómeda sujeta, contemplada, desnuda, expuesta para ser salvada, también para ser atacada. No para vivir libre, no para desasirse, sí para necesitar incuestionablemente, incansablemente, de las manos del hombre que la desate o que la ataque, manos que la vuelvan a atar no ya a un tronco, sí a hijos, casa, marido, esposo. Andrómeda no es nada, Andrómeda es el hueco, el pretexto, la hija, el deseo, el vacío. Es el premio, también castigo, moneda de cambio.
Si haces lo que digo serás buena. Si me dejas elegirte serás buena. Si me complaces serás ángel, correcta amiga, ayuda para la salvación de este hombre que soy, tu destino será rico asistiendo al Gran Hombre. Si no me quieres, si no te amoldas a mi vida, serás Lilith, infierno, Medusa, monstruo, bajo el signo de las desobedientes, quedarás desterrada, lejos de la palabra, llena de inmundicia y podredumbre será tu condición. También puedes ser Andrómeda, nada en ti misma, masa moldeable a mi gusto y según mis necesidades. 

Andrómeda se mezcla conmigo. Y con todas las demás; con Lilith, con Medusa, con María, Eva, Pandora. Con todas las otras yoes que habitan mi casa, con todos los huéspedes que a menudo me visitan y pueblan estas habitaciones. 
La historia se repite. La historia de los libros es la mía, la loca del desván se me parece, ese espejo dual dañino que me devuelve mi propia imagen, artera y falsa de lo que no soy, de lo que me resisto a ser, me mira con ironía y superioridad al otro lado del pasillo. 

Esperando para ver quién será la primera en quebrarse.

ÚLTIMO MOVIMIENTO

Mi visitante y huésped preferido
perdido por la sala, mientras
la piel se me declara transparente y absorbe
hasta la última nota, que en otro tiempo supe
ejecutar. En el rincón
un animal se ovilla. El cristal está a punto de quebrarse.

María Victoria Atencia

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