martes, 7 de diciembre de 2010

LAS PIEDRAS TIENEN FRÍO


Subo a este autobús
y veo pasar de largo detrás de aquel cristal
las horas que se fueron sin remedio,
las manos que no están en esta tarde.

Viene el invierno frío detrás de estos cristales,
adquiere un ritmo lento de destiempo medido.
Veo mis brazos crecer para intentar tocar
algo que ya no existe en estos días claros,
que quizá yo inventé y no existiera nunca.

Y qué hago con las grietas de los días
y lo que no preví:
el cristal que separa
mi vida de otras vidas,
mi calor de su abrigo.

Cómo pude caer
en este error de cálculo;
cómo no lo vi antes:
las piedras tienen frío.



Si te dijera
que el frío arrecia hoy detrás de la ventana
y aquí en mi corazón.
Que no bastó esta noche
tener la chimenea con sus troncos ardiendo,
la manta sobre el cuerpo
para darme su abrigo.
Que no valió cerrar
las puertas y ventanas para aislarme de ti.
Que llegaron borrascas, anticiclones, vientos
a remover la casa.
También el corazón.

Que hay días, raros días,
en que venir a hablarte fue sentir el calor,
y en días como hoy tu blancura vacía
sólo me ofrece el frío.