martes, 28 de septiembre de 2010

Ya no hay horizonte.

La carretera. Conduzco sin prestar mucha atención a lo que hago. Me gusta. Subo la música. Canto muy fuerte. Pongo el intermitente, cambio de marcha. Me miro en el espejo. Mis ojos son oscuros; hoy más oscuros. Freno. Acelero. Me queda bien este maquillaje.
No me va a dar tiempo a llegar al cine con este atasco. Algo acaba, algo comienza. Y este atasco... Algo acaba, algo comienza. Lo pienso con obsesión.
Algo acaba. Algo comienza.
Dónde pongo ahora todo lo que antes ponía en él. Qué hago con las canciones, películas, libros, poemas, discos. Mis escafandras al pie de todos los mares. Alguien llevaba su apellido. El actor de aquella película que tanto me gustó tenía sus ademanes. Dónde lo pongo... Antes lo ponía todo en aquella amistad mermada, nómada. Ahora, cuando las sombras aparecen y los sueños tienen una estructura clara... ahora ya no veo el horizonte. No hay presente. No hay historia por continuar.
Y quizá ni siquiera duele.
Y todo esto no era más que una amistad. Y todo esto era tanto como una amistad.
Un mes es una sima, un precipicio, un paréntesis.


domingo, 5 de septiembre de 2010

Si te dijera...

Si hoy escribo desde el punto en que me encuentro quizá todo salga desolado. ¿Cómo escribiría si me encontrara en otro punto? ¿Qué camino habría cogido si mi vida fuera otra vida? Si mi vida fuera otra, ¿en quién estaría pensando en este preciso momento? ¿a quién asociaría a los poemas que ahora leo y que me ofrecen un retrato de mí misma? ¿qué poemas hablarían entonces de mí, de mi otra yo, tan distinta? ¿Seguiría acallando esta parte de mí que no soporto?

No sé en qué momento se bifurcó el sendero, qué curva no debí haber tomado, qué libros no debí haber leído, para que ahora aparezcas al fondo altivo y sonriente con una mueca irónica en el rostro. Para no tener este listado de debilidades y servidumbres, de pequeñas heridas que se cierran y renacen y que me dicen que están ahí a cada paso.
¿Cuáles serían mis otras debilidades? ¿Cuáles mis otras mentiras?

Sin que exista el olvido

Si te dijera,
no sé qué hacer contigo.
No es que intente olvidarte
y menos recordarte
si es que me siento otra
en cuanto me descuido
y no puedo evitar ese turbio vacío
que muerde cuando bajas
la guardia y te dejas caer
hundida en la amargura de algún taxi.

Si te dijera,
qué extraña sensación la de mis manos
solas temblando en las rodillas,
como si tú ya no ocuparas sitio
en mi corazón y me sobrara
más de media camisa sólo
porque me sobra tanto asiento
a mi lado.

No lo voy a negar,
si me descuido
un borbotón de lágrimas
arrasando mis ojos
me hará flotar a la deriva
por las calles sin ti
como canales que me arrastran
a los últimos ritos de la noche.

No lo voy a negar,
si me descuido
acabaré en los ojos desolados
de mi cuarto sin sueño
y temblando
se apagará en tu nombre la ciudad.

Si me dijeras
que hay un mar poderoso
donde existe el olvido.
Una playa lejana
donde el recuerdo es dulce
y no hace daño...

No lo voy a negar.
Todo me queda grande.
No sé qué hacer conmigo.

Ángeles Mora